miércoles, 30 de junio de 2010

Vamos de boda por MIGUEL RINCÓN

El día de la boda sigue siendo uno de los más especiales en la vida de toda mujer. Pero las cosas en otros sentidos ya no son las mismas, la rigidez del protocolo en el pasado ha dado paso a una libertad que antes no existía. Las novias se casan un poco como quieren, tienen muchas más opciones a la hora de diseñar un día tan importante.


En el salón aconsejamos a una novia que el vestido por el que se decida sea con el que se sienta ella misma, nosotros luego crearemos el peinado con el que completar la imagen más favorecedora. Hemos casado novias con un moño español y las hemos casado con el pelo suelto. No importa tanto el estilo del peinado como que el resultado final sea elegante, apropiado y con armonía. Lo más importante en un día en el que se es foco de todas las miradas es sentirse segura. Resultar artificial no favorece a ninguna mujer, y no es necesario recargarse sin sentido para estar bella. Las menos son esas mujeres que siendo extravagantes están geniales, y que además siempre son así, es así como se expresan y por supuesto dominan el arte del artificio, las demás ni pensarlo pues el resultado puede ser fatal.


Es necesario trabajar con un cabello flexible y brillante para que el peinado sea de calidad, los cuidados en el mes previo a la boda son imprescindibles, tan importantes como la elección del estilo. No es el momento de experimentar con un color nuevo, ni de abusar de secados agresivos, del uso de las planchas para alisar. Es el momento de mimar el pelo, limpiarlo de impurezas con un peeling, nutrirlo con mascarillas, aplicar un serum varias veces por semana, mantener el cuero cabelludo en perfecto estado. No olvidar el cutis, dedicándole las mismas atenciones, pues el peinado y el maquillaje se complementan.


Con los adornos podemos dan rienda suelta a la imaginación, pero teniendo en cuenta que para un vestido barroco el mejor adorno es un velo, y a un vestido minimalista le va perfectamente un detalle recargado con un maquillaje atrevido y unos pendientes ostentosos. Pero por favor no empeñarse en llevar algo en el pelo si nos sienta fatal, no pasa nada si el pelo luce limpio y sencillo, no es obligatorio ponerse la tiara de la abuela aunque sea una tradición familiar, no pasa nada por ello, seguro que a la abuela le quedaba de maravilla, pero también es seguro de que si a ella no le quedaba bien y pudiese elegir de nuevo, optaría por seguir el nuevo protocolo, ósea sentirse segura, atractiva y feliz, sobre todo feliz.

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